El Coronavirus nos ha sometido a un aislamiento forzado y demasiado prolongado en el tiempo. Siendo como somos, seres sociales, nos encontró con pocos recursos para afrontar esta situación extraña y novedosa para todos.
Los profesionales de la atención primaria y la psicología han detectado casos de personas que están padeciendo lo que se ha denominado ‘Síndrome de la Cabaña’, que afecta especialmente a las personas mayores.
Ahora, que poco a poco vamos recuperando algunas de nuestras rutinas habituales, es cuando somos conscientes de los efectos que el confinamiento ha tenido en todos nosotros. Es habitual que, incluso en personas sanas, hayamos experimentado una serie de alteraciones, como una mayor dificultad para concentrarnos, desorientación temporal, insomnio, sentimientos de incertidumbre, apatía o ansiedad. En general, estos cambios son reversibles, pero en personas que ya presentaban deterioro cognitivo o de las que ya existía sospecha de padecerlo antes de la crisis sanitaria, es posible que hayamos observado como se han agudizado alguno de los déficits preexistentes en sus funciones cognitivas.
Entre las medidas que los profesionales nos recomiendan destacamos: establecer una rutina diaria, retomar las relaciones sociales aprovechando las nuevas tecnologías, realizar actividades lúdicas y estimulación cognitiva para aprovechar lo mejor posible el confinamiento.
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