El cerebro, al igual que los músculos del cuerpo, necesita ejercitarse para mantenerse en forma. “Neurobics” es el término que acuñaron Lawrence C. Katz y Manning Rubin, de la Universidad de Duke (EE. UU.) en 1999 para designar a una serie de ejercicios mentales dirigidos a mantener el cerebro ágil. La premisa es que ejercitándolo incrementaremos la cantidad de neurotrofinas (una sustancia que ayuda a la supervivencia de nuestras neuronas) y fomentaremos la creación de nuevas sinapsis, es decir, nuevas conexiones neuronales.
Piensa en las actividades que haces en tu vida cotidiana, ¿cuántas son rutinarias? Muchas se repiten diariamente, y nuestro cerebro las hace de forma prácticamente inconsciente, empleando un mínimo de recursos y utilizando las mismas conexiones neuronales. Por eso, la estimulación que recibe al realizarlas es escasa. Para mantener el cerebro estimulado y ágil, conviene introducir novedades, una ruptura con nuestra rutina para favorecer la creación de nuevas vías de conexión. No hace falta hacer actividades diferentes y novedosas cada día, basta con cambiar la forma en la que hacemos nuestras tareas habituales. En eso se basa neurobics, en retar a nuestro cerebro y forzarle a hacer las cosas de una manera distinta. En estos ejercicios se juega mucho con la utilización de los 5 sentidos. Por ejemplo, normalmente al llegar a casa, sacamos las llaves, y es el sentido de la vista el que nos ayuda a identificar qué llave es la que tenemos que coger para abrir la puerta. Un ejercicio neurobics sería conseguir encontrar la llave adecuada con los ojos cerrados, guiándonos exclusivamente por el tacto; por su tamaño, forma, peso…
Se trata de ejercicios sencillos, para los que no se necesitan materiales específicos, solo el ingenio, y que se pueden realizar en cualquier parte. Ir a la compra por una ruta completamente diferente a la que tomamos siempre, utilizar la mano contraria a la dominante para comer o lavarnos los dientes, vestirnos o ducharnos con los ojos cerrados, intentar identificar todos los ingredientes y sabores de un plato que probemos, formar palabras con las letras de una matrícula, o cambiar completamente la disposición de los objetos de nuestra cocina son algunos ejemplos. Variaciones que todos podemos llevar a cabo en nuestro día a día, y que nos ayudan a mantener un cerebro activo y en forma.