La llegada de la jubilación

Tras varias décadas de trabajo, llega la tan largamente esperada jubilación. Cuántas veces hemos pensado: “cuando me jubile voy a leer más, voy a viajar, voy a visitar, voy a ver, voy a…..  Sin embargo, muchas veces el paso no resulta sencillo. Como todo gran cambio y cierre de etapa vital, pueden existir problemas de adaptación que nos impidan disfrutar este deseado momento como se merece.

En ocasiones, el pasar de horarios intensivos de trabajo a encontrarnos en casa con todo el día por delante, puede generar una sensación de agobio y malestar. ¿Qué hacemos ahora con tanto tiempo libre? Además, el hecho de perder nuestro rol del trabajo, dejando de hacer algo que llevábamos muchos años haciendo, puede suponer también, la aparición de sentimientos de inutilidad. No es extraño que pueda llegar a aparecer incluso sintomatología ansiosa o depresiva, especialmente en los primeros meses, cuando estamos en el inicio del periodo de adaptación.

Algunas empresas y entidades presentan programas para sus trabajadores, para ayudarlos a prepararse psicológicamente para este proceso. Son varios estudios los que demuestran que este tipo de programas suponen para sus participantes una mayor satisfacción con su jubilación.

En 1975, el gerontólogo Robert Atchley  diseñó un modelo en el que establece varias fases que se atraviesan durante la jubilación. Parece que muchas personas que pasan por esta situación coinciden con lo propuesto por el autor, aunque no necesariamente se pasa por todas las fases descritas ni en ese orden.

La primera fase sería la prejubilación, cuando se acerca el momento de jubilarnos, pero todavía seguimos en activo y anticipamos qué es lo que ocurrirá una vez dejemos nuestro puesto de trabajo.

Después entraríamos en la propia jubilación, cuyos momentos iniciales podemos afrontar de 3 maneras diferentes. La primera seria la “luna de miel”, que ocurre sobre todo los primeros días, y en los que vivimos la jubilación con ilusión y alegría, como unas vacaciones. Otra manera de enfocarlo es continuando con las actividades de ocio previas, pero invirtiendo más tiempo en ellas. La última opción sería afrontarlo como un periodo de descanso, dejando a un lado las obligaciones y rutinas.

Una vez pasadas las semanas iniciales, entraríamos en una fase de “desencanto”, en el que comprobamos que quizá las expectativas que teníamos sobre nuestra jubilación no eran del todo ajustadas, y aquí es donde podría aparecer la sintomatología ansiosa o depresiva.

Pasaríamos entonces a una fase de “reorientación”, en la que comenzamos a tener una visión más realista de la situación, con sus aspectos positivos, pero también con todas sus limitaciones.

Por último, tendríamos la fase de “estabilidad”, cuando ya estamos adaptados a la nueva situación.

¿Qué podemos hacer entonces para pasar por estas fases de la mejor manera posible, y enfocar adecuadamente el paso a la jubilación?

La planificación es muy importante para lograr adaptarnos de manera más sencilla a nuestra nueva vida. Tener una idea clara de lo que vamos a hacer, de en qué nos gustaría ocupar nuestro tiempo, plantear nuevos proyectos que siempre hemos tenido en mente, como el aprendizaje de nuevas aficiones y esas cosas que siempre nos han gustado y para las que nunca encontrábamos tiempo… Todo esto nos hará tener mayor seguridad sobre cómo va a ser nuestra vida, y que en ella estén presentes actividades atractivas y agradables. Pero es importante no esperar a que llegue el momento de jubilarse, sino anticiparse y planificar con tiempo lo que vamos a hacer.

El apoyo social también es fundamental en esta nueva etapa, como señalan los expertos. Muchas personas están acostumbradas a que sus contactos sociales se reduzcan básicamente a los establecidos en el trabajo, y al jubilarse, echan en falta las relaciones que se generaban en este ámbito. Tener contacto frecuente con familia y amigos nos ayudará a pasar nuestra jubilación de una manera más satisfactoria. También puede ser buen momento para establecer nuevos lazos sociales y conocer personas que se encuentren en nuestra misma situación. Muchos ayuntamientos ofrecen cursos o actividades para personas mayores de 65, facilitando la tarea de conocer a otras personas a la vez que realizamos actividades o practicamos una afición. Incluso se pueden encontrar redes sociales dirigidas específicamente a personas de estas edades.

Por último, mantenerse activo, tanto a nivel físico como cognitivo, es fundamental para vivir esta etapa de la mejor manera posible. Ahora que disponemos de tanto tiempo libre, es fácil caer en el sedentarismo, que como todos sabemos, tiene consecuencias muy negativas para nuestra salud a todos los niveles. Para evitarlo, es imprescindible que mantengamos una rutina saludable que incluya el ejercicio físico, así como ejercitar nuestras capacidades cognitivas con tareas que nos resulten motivadoras y nos supongan un reto a nivel intelectual.

Si tú o alguien cercano a ti estáis a punto de dar este paso a la jubilación, no dudes en consultar con nosotros. Con el programa memoriK-Academia te acompañaremos en este proceso y te ayudaremos a mantener tu cerebro estimulado y activo.

Alba Zamorano
Neuropsicóloga

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